Este apartado
recibe el mismo título que el segundo capítulo del libro Estrategias de lectura, de Isabel Solé, del que a continuación se
hará una reflexión.
A menudo cuando
los niños están aprendiendo a leer los padres e incluso los maestros les “etiquetamos”
según si leen mejor o peor. El problema es que muchas veces usamos este término
equívocamente, es decir, al hablar sobre si un niño lee mejor o peor que otro
solemos hacer referencia a su capacidad o habilidad de articular las palabras y
su velocidad lectora. Al valorar solo estos parámetros estamos ignorando un
factor de igual o mayor importancia que los anteriores y éste responde a la
siguiente pregunta: ¿es capaz de comprender lo que lee?. Como muy bien dice la
autora leer es comprender, si no existe la comprensión de nada sirve la
lectura. De ahí la importancia que los maestros nos aseguremos de trabajar la
comprensión lectora en nuestras aulas mediante actividades de diversa índole
como las que presentamos en este blog.
Comprender consiste
en atribuir un significado a lo que leemos, ir construyendo un significado a
medida que vamos avanzando en la lectura y así poder obtener un aprendizaje.
Para que esta construcción sea posible, como bien señala Isabel Solé,
intervienen varios factores. A continuación vamos a reflexionar sobre algunos
de ellos y finalmente añadir un último factor que la autora no menciona pero
que también considero que interviene en el proceso de comprensión.
Bajo mi punto de
vista el texto es uno de los
elementos que interviene de forma más notoria en la comprensión de la lectura.
La autora habla de elementos como la coherencia y la estructura a la hora de
favorecer la construcción de significados. En el caso de niños de primaria creo
que además de los anteriormente citados será muy relevante el vocabulario que se utiliza en el texto.
Es trabajo del maestro seleccionar libros, cuentos o lecturas adecuadas a la
edad de nuestros alumnos. Y no solo adecuados en lo que respecta al contenido
de lo qué explican sino con un lenguaje adecuado
a su nivel.
Os voy a explicar
un ejemplo sucedido esta semana en el aula de primero de primaria donde estoy
realizando las prácticas este semestre. La maestra empezó a leer un cuento a
los niños donde aparecía un vocabulario muy culto y sofisticado, el uso de
metáforas e ironía, frases en forma pasiva, etc. Al cabo de unos minutos la
maestra decidió cambiar de cuento porque era imposible que niños de 6 años lo
pudieran comprender. Lo mismo habría sucedido si se hubiera tratado de comprensión
lectora de ese cuento en vez de oral, el texto habría dificultado (o casi hecho
imposible) que los alumnos pudieran deducir su significado.
Por otro lado, a
veces aunque en el texto se utilicen palabras muy básicas que niños pequeños
puedan entender también pueden aparecer dificultades de comprensión. Aquí es
donde intervienen los conocimientos
previos que tenga cada uno de los pequeños lectores. Es muy posible que si
se encuentran con un cuento que habla sobre el infierno muchos de ellos tengan
dificultades para atribuirle un significado puesto que no cuentan con un
conocimiento acerca de esa realidad.
Por supuesto
coincido con la autora en destacar la importancia de que la lectura resulte motivadora. No hay que olvidar que si
queremos que estos niños sean buenos lectores en un futuro hay que
transmitirles interés y amor por la lectura, motivarles con textos que estén al
alcance de su comprensión y traten temas que puedan ser de su agrado. A su vez
considero que las ilustraciones
pueden actuar como soporte a la comprensión sobretodo en los inicios del
aprendizaje de la lectura. Las ilustraciones pueden ayudar a suplir o deducir
información que no se ha acabado de comprender sin dejar que aparezca la
desmotivación por esta falta de significado.
Para finalizar
creo que es importante añadir un factor del que la autora no habla pero
claramente interviene en el proceso de comprensión lectora y no solo en los
niños, sino también en los adultos. Se trata del estado en el que uno se encuentra cuando está leyendo. Si se tienen
muchas cosas en la cabeza y mientras se lee no hay la suficiente concentración será mucho más difícil la
comprensión lectora. Por otro lado
también intervienen factores de nuestro entorno
como los ruidos o distracciones externas.
Nuestro objetivo
como maestros también debe pasar por dotar a nuestros alumnos de la capacidad de autorregularse y detectar
por sí mismos qué elementos son los que les han dificultado la comprensión de
un texto determinado para que así puedan tratar de resolverlo.
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